
La novia ciega
Érase una vez una joven ciega que, por fortuna, tenía un novio que la quería con locura.
Todo el amor, el cariño y los cuidados le parecían pocos para su bella compañera.
Un buen día ésta le dijo: «Si pudiera ver, aunque sólo fuese por un día, me casaría contigo».
Cuando oyó esto, el muchacho se puso a buscar un posible donante y apenas
transcurrieron unos meses hasta que consiguió que alguien donara un par de ojos para ella.
Cuando le hicieron el trasplante y le retiraron el vendaje, la muchacha quedó impresionada: lo veía todo, incluso a su novio.
El joven, pletórico de felicidad, le preguntó: «Y ahora, cielo, ¿quieres casarte conmigo?». La chica lo miró fijamente y descubrió que él era ciego. Sus párpados permanentemente cerrados la impresionaron tanto que pensó que no podía pasarse toda la vida teniéndolo que mirar. Por eso, se negó a casarse con él.
Su novio, desconsolado, se marchó llorando y, días después, hizo escribir esta nota que le envió a ella: «Cuida bien de tus ojos, mi amor, porque antes deser tuyos fueron míos. Te amaré siempre».
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